sábado, 16 de marzo de 2013

Rienzi y los parecidos razonables

Rienzi pidiendo justicia por la muerte de su hermano de William
Holman Hunt
Cola di Rienzo fue un revolucionario y posterior tribuno italiano del siglo XIV. Nacido de bajos orígenes, pronto pierde a su hermano menor, matado por unos nobles. Tras este episodio, Cola, antes dedicado al estudio, genera un gran odio hacia las grandes familias nobles (patricias) italianas, como los Orsini o los Colonna. Posteriormente va a Avignon a ver al papa Clemente VI junto con una delegación y el papa, al observar sus conocimientos lo elige para desempeñar un cargo oficial como notario de la Cámara Apostólica (en principio un cargo administrativo, también implicaba algunas funciones legislativas). Tiempo después, al proponer en el Capitolio una serie de leyes, según parece con gran elocuencia, con las que devolvería la paz a Roma y eliminaría de su gobierno a la nobleza, se ganó el apoyo de los plebeyos, aunque a los nobles no gustó nada el verse en la obligación de exiliarse. Cuatro días después se convirtió en tribuno de Roma, cargo en principio temporal pero que el consiguió que fuese vitalicio, y gobernó Roma con puño de acero, consiguiendo que hubiese paz en las calles e imponiendo castigos ejemplares a los delincuentes, asustando de esta forma a los que pudieran intentar delinquir posteriormente. Además, llegó a intentar unificar Italia, cosa que no consiguió a excepción de algunos pequeños reinos, como Nápoles. Sin embargo, este gobierno y sus altos objetivos comenzaron a ser costosos, y Rienzo se vio en la necesidad de subir los impuestos. Este conjunto de medidas no gustaron: por un lado, y como ya se ha dicho, a los nobles; tampoco gustaron al papa, que vio en el intento de unificar Italia un atentado contra su autoridad sobre los Estados Vaticanos; y tampoco gustaron al pueblo, sobre todo por el hecho de tener que subir impuestos a pesar de las grandes fiestas que daba Rienzo. Por todo esto, los nobles traman una conspiración, a la que no se opone el papa y que el pueblo sigue, teniendo que huir Rienzo y refugiándose en un monasterio para, posteriormente, pedir ayuda al emperador Carlos IV (del Sacro Imperio Romano Germánico), quien lo encerró en la cárcel y, un año después, lo entregó al papa Clemente VI, quien lo juzgó y condenó a muerte, sentencia que no se llevó a cabo gracias a la muerte de este papa y su sucesión por Inocencio VI, quien, ansioso por eliminar a los noble de nuevo del gobierno de Roma, lo sacó de la cárcel y lo convirtió en senador de Roma. Entró a Roma por la fuerza y con el apoyo del pueblo, de quién se ganó otra vez su favor, perdiéndolo muy pronto debido a algunas mediadas crueles y arbitrarias. Así, se formó una revuelta popular que terminó por quemar el palacio donde se encontraba y matar a Rienzo.

Sobre este personaje, Wagner compuso una ópera, titulada "Rienzi, der Letzte der Tribunen" ("Rienzi, el último de los tribunos"), ya que por Rienzi también se conocía a este personaje. De hecho, esta ópera fue su primer gran éxito y está escrito a la forma de la grand opera, estilo que destaca por su pomposidad y en el que se incluye entre otras cosas porque cada acto termina con un ensemble final extendido y está repleto de solos, duetos, tríos y escenas de gran multitud, además de presentar un ballet en el segundo acto. Este estilo está sobre todo representado por Giacomo Meyerbeer (compositor de grand operas como Les Huguenots) o Fromental Halévy (compositor de La juive). Tanto recuerda el estilo de Rienzi a la grand opera que el director, pianista y compositor Hans von Bülow la calificó como "la mejor ópera de Meyerbeer". Aquí pongo la obertura con la que comienza la ópera y que ya da signos de la ostentación de la que hace gala en esa ópera y en la mayoría de sus obras, cosa que no quita que sean de una gran impresión.



Y, si todavía no han relacionado nada, os informo de mi opinión, que no es solo mía: Desde tiempo atrás me sorprende la brutalidad del regimen nazi alemán y ello me ha hecho querer informarme más de él, para conocer todo lo que llevó a él y que debemos evitar para que no se repita ese período tan abominable de la historia mundial. Gracias a mi afición a la música clásica, llegué algún día al dato de que Hitler fue un gran admirador de la obra de Wagner, cosa que no extraña nada por sus posteriores actos y por la polémica que levantó Wagner. Sin embargo, parecía ser que la ópera favorita de Hitler era Rienzi. Tras muchos años, ya cuando me empezó a gustar la ópera, volví a ese dato, y busqué Rienzi para verla, pero sin éxito. No obstante, hace poco recordé un libro de cómics titulado "Grandes novelas ilustradas", de los tiempos de Franco, y que perteneció a mi padre. En ella vienen grandes novelas de la literatura universal, como "Escuela de Robinsones", "Juana de Arco" o "Los viajes de Gulliver", y que a mí me gustaba leer de pequeño. Cual no fue mi sorpresa, que "Rienzi", novela de Bulwer Lytton, estaba entre aquellas novelas. Al leerla, me sorprendí de la asombrosa similitud de este personaje con Adolf Hitler: su populismo, el ganarse el favor del pueblo quitando a los nobles del gobierno, levantarse como el salvador del pueblo, unificar reinos... Por ello, han aumentado mis ganas de escuchar y, sobre todo, ver, alguna representación de la ópera e intentar observar aún más similitudes con la vida del dictador nazi.

Y todo esto ha salido porque tal día como hoy de 1935 se incumplía el Tratado de Versalles, por el cual Alemania no tendría más de 100.000 efectivos de infantería y 15.000 de marina, eliminando aviación, tanques, submarinos y artillería pesada. Así se estableció el Reichswehr, liderado por Hans von Seeckt, quien aprovechó esta situación para quedarse con sólo los mejores generales de las fuerzas armadas, haciendo al Reichswehr una fuerza de élite. Posteriores avances clandestinos entre los que se encuentran la formación de una fuerza aérea y desarrollo de tanques y armamento químico en la Unión Soviética, terminaron aumentando el nivel de esta fuerza armada. Tras la muerte en 1934 del presidente von Hindenburg, Hitler asume el poder como presidente del Reich y en 1935 Alemania ya sobrepasaba los límites abiertamente. Tal día como hoy de 1935, volvió el servicio militar obligatorio, hecho que estableció también el nacimiento de la Wehrmacht.

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